
Mira que soy angustias, mala hostia, ceniza total y pesimista constante. Sin embargo, una de las últimas series que más me ha marcado en el último tiempo y con el personaje más carismático según mi trastornada y subjetivísima opinión, ha sido LIFE y su protagonista Charlie Crews. Cuando comencé a ver la serie, me sentía bastante más cercana a su compañera, la detective Dani Reese. Ya sabéis: pragmática, expeditiva, amargadilla, autodestructiva y bastante de vuelta de todo. Por ello, en comparación a la mujer supuestamente autosuficiente e independiente que tenía a su lado en su trabajo como policía de Los Ángeles, Crews parecía un tipo rubicundo al que se le había ido la olla a Camboya en prisión, ingenuo, distraído, perdido en Buda y el Zen y con una suerte con las titis impresionante a la par que, aparentemente, inexplicable. Igual de extraña que su verborrea, en un principio inaguantable para su colega quien, finalmente y gracias a su influencia, terminó soltándose el pelo y el alma y relajándose como nunca antes.
Luego, resultaba todo ese carácter de extravagancias frutales y divagaciones trascendentales continuas, que toda su aparente distracción no era si no la aplicación de otro punto de vista, otra percepción sensorial y de pensamiento mucho más abierta -y desconcertante- que el común de maderos yankees subnormales profundos, muy aficionados al gatillo fácil y a las palizas de todos contra uno -desarmado y en el suelo, preferentemente-. Si es que tanto tiempo -12 años- en una habitación de 3x2 a solas con uno mismo, sólo puede hacer de ti un santo o un hijo de puta. En ambos casos, supongo que con una patología psiquiátrica de cuidado.
Pero lo más exasperante de Crews era su inagotable y, muchas veces disimulada, capacidad para perdonar incluso a los que le habían jodido la vida. Ese cambio de filosofía vital, que lo salvó de la locura carcelaria -o no- y lo transformó en mejor persona. Y creo que eso es lo que jode: que se haya vuelto bueno, empático y haya adquirido esa aptitud de apreciar las pequeñas cosas, lo más ínfimo y a la vez, lo más obvio pero que nos pasa percibido. Quizá porque insistimos en desprendernos de nuestra capacidad de asombro.
Porque nos es más fácil aceptar a pies juntillas y prácticamente comprender que una experiencia traumática y/o negativa, nos convierta en criaturas resentidas, amargas, incluso crueles y vengativas. Vamos, que semos rebeldes porque el mundo nos hizo así, y los demás se lo tienen que comer con patatas o joderse. O ambas.
Nos es perfectamente natural que un hombre acusado injustamente, apartado de su mujer, encerrado para vivir experiencias pletóricas de riqueza vital -pero de muuuy mal rollo y violencia-, cuando por fin logra recuperar su vida, se vuelva un cazador despiadado en pos de venganza, persiguiendo sin descanso a todos cuantos contribuyeron a joderle la puta vida. Por eso, cuando Charlie Crews iba tras los responsables de su encierro de por vida por un crimen que no cometió, nos parecía tan fácil dictaminar "¡Ah, mira al jodío, hasta ahí le llegó lo zen! ¿Verdad? ¡Si se veía venir!". Pero, más tarde, una vez atrapado el mal nacido de turno, no lo llenaba de plomo luego de decir con voz susurrante una frase super cool, sino que ¡lo entregaba a las autoridades! Y, me atrevo a decir que hasta lo perdonaba.
¡¡Pero, habráse visto semejante despropósito?!
Aunque... ¿A que no dio gusto cuando se cargó -¡y de qué forma, Dioses!- al más malo de los malulos? ¡Pero no por venganza, sino por amor! Una clase de amor que me resulta incluso enigmática y desconcertante. Pero maravillosa...
En fin. Que Charlie se ha ido porque al parecer debido al embarazado de su co-protagonista, Sara Shahi, la audiencia babosa de tías cañón brilló por su ausencia desde que Dani Reese tuvo que ser reemplazada por otra detective, esta vez de color y con una capacidad intelectual muy superior a la anterior compañera de Crews. También superior a la de Crews mismo y, obviamente, a la de su jefe, el gordo rubio, putero y caradura de Nueva York con pelo grasiento. Por cierto, este energúmeno representa el sueño de todo onanista loser y público masculino en general: tío gordo vulgar, vago y feaco se lía con la tía más buena de todas las series de polis...
El caso es que debido a la ausencia de Reese, Charlie Crews tuvo que resolver su intriga propia solo y, más encima, rescatar a la bella damisela en apuros -el guión aquí lo que se dice original no fue mucho-. Y, como pago a ello, millones de entes genitales en EEUU dejaron de ver la serie y, por tanto, la NBC manda a todos los de LIFE a la cola del paro.
Con lo que a mi me han dejado huérfana del personaje más enterañable y buenrollista de las series de policías.
Sin embargo, al parecer no soy la única. En USA nos usa, algunos se han organizado en sonora protesta por este cese tanto en el mismo foro de la serie en la página de la NBC, como en otra web creada exprofeso llamada "Bring back LIFE".
En el foro de LIFE de la NBC, en el apartado "Saving Life" (http://boards.nbc.com/nbc/index.php?showtopic=822269) te indica a qué página dirigirte para intentar traer de vuelta la serie: http://damianlewisweb.com/bringbacklife/ en la cual te enumeran todas las opciones para hacer oir tu deseo de que LIFE vuelva ya sea trasladándose a otra cadena. Como en la página para que firmes para que USA Network vuelva a relanzarla: http://www.petitiononline.com/Life2USA/petition-sign.html
Yo no me resigno. Charlie trajo el zen a mi VIDA y todo está conectado.
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1 comentario:
pucha, no tengo cable asi que no puedo comentar, pero igual no más!
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