jueves, 17 de febrero de 2011

sábado, 12 de febrero de 2011

Por el pueblo egipcio y por los que luchan por la libertad



















Aunque sea por una noche, el pueblo egipcio ha sabido lo que es un triunfo en defensa de sus derechos, de su dignidad, en su lucha pacífica contra la tiraría y la injustica.

Aunque sea de forma nominal, más abstracto que real, han demostrado al resto de países, al mundo, que si no queda otra, si ya estás harto de dar la otra mejilla, de convivir con una desigualdad social abismante, de los abusos de los dirigentes, de la más absoluta falta de derechos y oportunidades, de sufrir hambre, miseria, violencia, injusticia y tortura, no queda más que echarse a las calles y morir en el intento de que te reconozcan como un ser humano, como ser viviente poseedor de derechos básicos -y también obligaciones-, de dignidad y de ganas de darle a los tuyos una vida mejor.

Más de 300 personas lo han pagado con su vida sólo en las dos semanas de manifestaciones masivas que culminaron ayer, con el sátrapa títere de Mubarak huyendo con sus miles de millones hacia su dorado exilio.

Cuántos más de habrán dejado la vida y la sanidad mental y física en transcurso de más de 30 años con los monigotes militares de EEUU, Europa e Israel llevando con puño de hierro las riendas de ese otrora imperio cultural.
Por eso, por esa valentía ejemplar que ha demostrado un pueblo unido y decidido, no puedo más que indignarme ante la diatriba oportunista y los comentarios rezumantes de etnocentrismo y parabienes de gobernantes miserables de las llamadas "naciones del primer mundo", que se llenan la boca elogiando a todas esas personas que han preferido arriesgar su vida a seguir soportando regímenes que estos mismos dirigentes han mantenido en ese sitial de poder. También resulta oprobioso el escuchar a otros, con el tonito paternalista y etnocentrista augurar un mal futuro a esas naciones que supuestamente no están en condiciones de gobernarse a si mismos, porque "mejor malo conocido, que malo por conocer".

Pero lo que resulta más repulsivo es el uso de este triunfo ciudadano por parte de políticos, periodistas, tertulianos y demás chusma de países como uno que me conozco. Uno donde aguantaron 40 años de dictadura militar católico-fascista, rezando sumisos con el culo prieto. Uno donde ni el pueblo, ni siquiera los jóvenes, se alzaron para protestar contra la dictadura ni con el tirano agonizando en su cama, y donde se aceptó sin rechistar que el dictador lo dejara todo "atado y bien atado", y con una panda de gorrones hereditarios de regalo. Y donde se enorgullesen de una transición supuestamente modélica donde terminaron de sellar la venta de los cuartos traseros, por una monarquía parlamentaria de risa.

Eso, no hubo pelotas echarse a las calles a luchar por derrocar al tirano.

Por ello, mejor celebremos la valentía del pueblo egipcio y regocigémonos con su alegría, y lamentémonos por las muertes de todos aquellos que luchan en demasiados lugares por una vida más justa y digna, por un miserable pedazo de pan para alimentar a sus hijos. Por esos que pagan ese terrible precio por esa libertad de la que gozan la mayoría de los etnocentristas ciudadanos del primer mundo, con esa egoísta inconsciencia y falta de empatía hacía el próximo. Ese privilegiado ciudadano europeo o norteamericano, que se cree con derecho a tener todos los derechos, pero que no tiene ni los huevos para luchar por ellos.

¿A que no?